Hace poco más de un año que conozco a Terry Oldfield y la mayor parte de nuestra relación ha sido a distancia, pero la sensación que tuve cuando me reencontré con él hace unos días en Cádiz fue la de volver a ver a un viejo amigo.
Terry y su esposa Soraya organizaron un retiro espiritual en Andalucía y tuvieron la amabilidad de invitarme. Nos reunimos gente de muchos países y practicamos mindfulness y yoga con una música de fondo muy especial: ¡la del mismísimo Terry, el precursor del New Age!
Escuchar en directo sus canciones me trajo muchos recuerdos. Por ejemplo, recuerdos de cuando yo daba mis primeros pasos en el mundo de la música y los discos de Terry Oldfield eran una fuente de inspiración constante para mí. Oía cómo su flauta se elevaba como con vida propia y yo la acompañaba con mis acordes de guitarra primerizos.
Otro recuerdo que me vino a la memoria es mucho más reciente y se refiere a los calurosos meses de hace dos veranos. Yo desde mi estudio de Almorox y Terry a 17.000 kilómetros de distancia, en Australia, componíamos el que iba a ser nuestro disco conjunto, Sky Dancer. El proceso creativo se basó en la experimentación. A base de ensayo y error, creamos más de cien maquetas y luego elegimos los siete temas que formarían el álbum definitivo.
El reencuentro en Cádiz fue muy emotivo. Una forma de ir abriendo boca ante todo lo que nos espera en los próximos meses. En noviembre volveremos a vernos para emprender el Sky Dancer Tour, que nos llevará a la sala Galileo Galilei de Madrid el 15 de noviembre y al Teatro Concha Velasco de Valladolid el 16 de noviembre.
